uno de gato negro, luego del cual la Beba me apodó para siempre Gatúvela;
otro de cocinero con una ristra de chorizos y en patines y el de la novia de drácula.
En esta oportunidad de la foto, la novia de drácula, volví a mi casa sin quitarme el maquillaje pero vestida de jeans y con una remera. Fue lo más impactante para mí, porque todos me miraban y nadie me decía nada, un silencio y una indiferencia que me asustó, hasta que una mujer se me acercó en el bondi y me preguntó si estaba bien. Tenía pintadas simil gotas de sangre que caían de mi nariz.
Eran situaciones festivas, celebratorias pero que dejaban abiertos significados.
Todo era muy performativo para mí en esa época, vivía al límite entre el arte y la vida, muchas situaciones, anécdotas, gestos mínimos que podían ser rupturistas, en realidad entre el acartonamiento y la poca tolerancia entre las personas y la presencia de alguien que actúa diferente a lo que esperan, era muy fácil sentirse adentro de algo cuasiteatral. También por mi tendencia a dramatizar, a la contemplación estética.
En esta foto se ve otra situación así mínima expresión de mi inadecuación al contexto.
Como persona curiosa e interesada en conocer, en saber, en aprender, en desarrollarme, asistí a innumerables cursos de capacitación durante mis estudios en la facultad de derecho. En cada oportunidad recuerdo que un fotógrafo recorría fila por fila tomando fotografías de los presentes que luego eran exhibidas en unos paneles y cada quien podía ubicarse y adquirir la foto con la leyenda de la asistencia a tal ó cual jornada.
La primera vez que fui testigo de esa situación dejé que tomaran la foto y no hice nada. La segunda vez le avisé a mi compañera sentada a mi lado, Sandra, que lo haría, y cuando llegó el fotógrafo puse mis ojos biscos hacia la cámara.
Nos reímos mucho en ese momento, muy despacio porque el ambiente era sumamente solemne había que cuidarse de no hacer el menor ruido. Luego fue mucho más divertido ver la foto expuesta en el panel. Mi cara mirando a cámara con los ojos bizcos quedaba discordante, desafinaba, desentonaba como una mosca en la leche.
No recuerdo cómo ni a través de quién, pero alguien me llamó para hacer unas fotos para un diseñador de ropa no convencional. Era alguien conocido como el chino Avila, Roberto creo. Escuché luego que se había mudado a París, pero la verdad nunca volví a saber de él. Diseñaba ropa de papel, muy interesante.
Me pidió si podía posar para armarse un álbum para exponer sus diseños. Fui creo que una o dos veces. Me parece que tenía su estudio departamento en la Av. Olmos, no podría asegurarlo. HIcimos la fotos, había otra chica, Nara creo que se llamaba, ahora suelo verla en comerciales de productos de limpieza etc vive en Buenos Aires, es actriz.
Hicimos unas fotos con sus diseños.
Con Nara conversamos y nos divertimos mucho durante la sesión. Luego ella me contactó para suplantar a una amiga, la habían contratado para una performance (esta vez sí recuerdo que usaron esa palabra) en Plataforma. Estaba de moda un boliche que se llamaba Plataforma, era un lugar en ese momento muy top, se conocía soto voce su existencia, algo de vanguardia. Se hablaba de que era en el mercado, en un galpón, una estética industrial. No había ido nunca.
Me dijo que teníamos que subirnos a unas estructuras, me mostró cómo tenía que ser la forma de la malla que usaríamos. Recuerdo que recorté una que tenía de ballet, la convertí en un modelo que en esa época era furor en la playa, eso nos habían pedido, cola less y enteriza pero con la espalda cruzada y el delantero igual.
Una vez arriba, con luz cenital negra, teníamos que pintarnos con témpera flúo y eso era todo. Bajar al final.
Cuando estuvimos en el boliche me encontré con un conocido de Bell Ville, estaba con su novia, charlamos, a mí me dió un poco de pudor. De todos modos era un trabajo y nos iban a pagar así que me concentraba en eso, pues tenía el objetivo de independencia económica, mis padres me mantenían y ya tenía veintitantos años. No era una situación cómoda. No había muchas ofertas laborales.
Hicimos la perforamance, fue tarde, eso fue lo peor porque yo solía madrugar, tenía que hacerlo para poder estudiar dos carreras, un idioma, limpiar mi departamento, lavar la ropa, cocinar mis alimentos etc.
Salimos a eso de las cinco de la madrugada, corríamos porque la zona del abasto a la noche era muy peligrosa.
Recuerdo especialmente que luego de cruzar el puente corriendo como si estuviera en cien metros llanos, pasamos frente a la puerta de un tugurio, habían apuñalado a alguien, había sangre en la vereda, vidrios rotos, gente discutiendo. Nosotras corrimos y corrimos sin parar. Nos despedimos en alguna esquina así de lejos y a los gritos, jadeantes y nunca más volvimos a vernos.
El chico que estaba esa noche con su novia y me había visto haciendo la performance, falleció poco tiempo después, estaba por recibirse de ingeniero. Falleció durante su viaje de obei, en el extranjero, iban en una traffic. Fue muy triste noticia.
Otro lugar donde veíamos performances o puestas en escenas era en el pasaje Valtodano en el espacio de danza de Marcelo Gradassi.